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Foto del escritorIvonne Montejo

El Reino Violento

Actualizado: 2 oct 2021

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

Mateo 11:12


¿Qué tan violento es usted? ¿Qué tan violentos necesitamos ser para arrebatar el reino de los cielos? Estoy segura de que puedo citar unas cuantas declaraciones de Cristo que debieron sonar especialmente polémicas para la gran mayoría de la gente en el primer siglo. Aún al día de hoy, si tenemos el valor de tomar en serio sus palabras y enseñanzas, encontraremos que Jesús de Nazaret sigue siendo la persona más polémica que haya jamás existido sobre la Tierra. Sin embargo, creo que este pasaje ha sido siempre uno de los más oscuros y peor comprendidos de los evangelios.


¿Por qué hablaría Jesús de violencia en el contexto del Reino de Dios? ¿Y cómo podemos interpretar correctamente este pasaje?

Cuando leemos desde el comienzo del v.1 encontramos que Juan, llamado el bautista, ya había sido puesto en la cárcel, de acuerdo con la explicación que el propio escritor del evangelio ofrece más adelante en 14:3-5:



Porque Herodes había prendido a Juan, y lo había atado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe; porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla».

Y aunque Herodes quería matarlo, tenía miedo al pueblo, porque consideraban a Juan como un profeta.

Ahora bien, Juan el Bautista estaba viviendo sus últimos días confinado en una prisión a causa de un capricho de Herodes y su ilegítima amante, cuando aparentemente atormentado por pensamientos de duda e incredulidad, envió dos de sus discípulos a Jesús con una pregunta: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?¿Jesús, eres tú realmente el Mesías de Israel, o nos equivocamos contigo?


Verdaderamente son palabras muy fuertes viniendo de la persona menos esperada. ¿No fue precisamente Juan el Bautista quien introdujo a Jesús como el Cordero de Dios? ¿No fue él quien le llamó el que bautiza con Espíritu Santo y fuego? ¿Cómo es posible que precisamente Juan estuviera dudando del mensaje que él mismo había recibido de Dios desde el principio? Algunos dicen que la difícil situación en la que se encontraba pudo hacer que el profeta cayera en la incredulidad y la depresión; sin embargo, también es posible ver a Juan dentro del contexto político-religioso del primer siglo.


Al igual que sus contemporáneos, Juan esperaría que el Mesías jugara un papel importante en la vida política de la nación (al decir de los profetas que lo precedieron) para liberar a Israel de la ocupación extranjera, unificar las doce tribus en un solo pueblo remanente, restaurarlo política, social y espiritualmente, y finalmente establecer su gobierno desde Jerusalén para todas las demás naciones de la Tierra. Sin embargo, la respuesta de Jesús resalta un aspecto totalmente distinto de la agenda mesiánica: Cuéntenle a Juan lo que está sucediendo: Los ciegos ven, los paralíticos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben buenas noticias... Benditos los que no caen en la trampa de la incredulidad! (Parafraseando Mateo 11:4-6).


Entonces el texto nos dice que los enviados se van con la respuesta, y el Maestro inmediatamente comienza a reivindicar públicamente el ministerio de Juan: Les aseguro que de todos los hombres que han nacido en este mundo, ninguno ha sido mayor que Juan el Bautista. Y sin embargo, el más insignificante en el reino de los cielos es más grande que él (Mateo 11:11).


Momentáneamente, pareciera que el Señor está cambiando de tema, quitando el enfoque de Juan y poniéndolo en el Reino, el reino de los cielos, como lo llama Mateo; pero si somos consecuentes con la Escritura, descubriremos que el tema ha sido el Reino, desde el comienzo. La pregunta de Juan es una pregunta concerniente al Reino, y la respuesta de Jesús es una respuesta sobre el Reino! Es como si Juan hubiese preguntado: Jesús, ya sabemos que eres el Mesías anunciado, pero ¿Qué esperas para establecer tu reino? Ya has predicado y enseñado por mucho tiempo, pero ¿Cuándo viene la parte de la acción? ¿Cuándo viene la parte cuando fulminas a nuestros enemigos, te sientas sobre el trono de David, y estableces la justicia perdurable?


Quiero decirte que Juan tenía la misma visión del Reino de Dios que tenían muchos religiosos judíos de su tiempo, y también de nuestro tiempo. Esta visión no está errada en realidad, ya que viene de los escritos proféticos del AT, que muchos creyentes no judíos ignoran hasta el día de hoy; pero para ser justos, hay que decir que existe también una gran parte de la revelación sobre el Reino que sólo Jesús vino a traer, y que Juan el Bautista no recibió, por lo que se dice que el más insignificante en el reino de los cielos es más grande que él.


Juan fue el mayor en su categoría: el mayor de todos los profetas del AT, mayor que el poderoso Elías, el precursor del Mesías, la voz que clama en el desierto; sin embargo, su nivel de revelación sobre el Reino era limitado. En cambio, aquellos que caminaban día a día con Jesús, recibieron de primera mano una revelación mucho mayor acerca de los misterios del Reino. Para probar este punto, veamos las siguientes citas:


Mateo 13:10-13 y 16-17 (Marcos 4:10-12 y Lucas 8: 9-10)

Y acercándose los discípulos, dijeron a Jesús:¿Por qué les hablas en parábolas?

Jesús les respondió: Porque a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido.

Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden (...)

Pero dichosos los ojos de ustedes, porque ven, y sus oídos, porque oyen. Porque en verdad les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.


De modo que, este gran siervo de Dios anunciaba el Evangelio del Reino sin entenderlo completamente, porque él sabía que los profetas habían dicho que el Mesías sólo vendría cuando su pueblo se volviese al arrepentimiento; así que el mensaje de Juan era un bautismo de arrepentimiento, a fin de que el Reino pudiera manifestarse en su plenitud. Es triste que Juan pudo haber muerto aún sin discernir que el Reino de los Cielos, el cual él esperaba se manifestaría en la esfera meramente política y natural, YA SE ESTABA MANIFESTANDO, no sólo en lo natural, sino también en lo sobrenatural.


¿Entiende usted lo que estoy diciendo? Recuerde la respuesta de Jesús: Los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio... (Aleluya!) Esta es la manera como el Reino de Dios SE MANIFIESTA y avanza! Porque también leemos en Isaías: Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán. El cojo entonces saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo (11:4-6a).


Al igual que Juan y los religiosos del primer siglo, muchos ministros, pastores, y líderes eclesiásticos de nuestros tiempos se han vuelto altamente escépticos y arrogantes, rechazando e intentando racionalizar cualquier movimiento del Espíritu Santo en sus congregaciones, pero tienen muy poco conocimiento práctico sobre el Reino de Dios. Mucha gente predica el mensaje del Reino, pero no tienen el poder del Reino. Hay quienes se identifican constantemente como obreros del Reino, pero en realidad no saben cómo manifestarlo. Jesús vino para hablar sobre el Reino, pero también vino para demostrarlo.


El Apóstol Pablo le escribe a los Corintios: Cuando fui a ustedes, hermanos, proclamándoles el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de sabiduría (...) Mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que la fe de ustedes no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios (1 Corintios 2:1-5). Y más adelante lanza un reto a los que estaban causando disturbios en la iglesia, y les escribe: Pero iré a verlos pronto, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras de los arrogantes sino el poder que tienen. Porque el Reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (4:19-20). Le aseguro que hay demasiada gente causando disturbios sin poder en la iglesia moderna, gente que carece de revelación y no opera en el Espíritu de Dios!


Una de las formas más claras, bíblicamente establecidas, en las que el Reino de Dios se manifiesta es la liberación de demonios. Para ilustrar este punto, vayamos a Mateo 12:22-28:


Entonces trajeron a Jesús un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía.

Todas las multitudes estaban asombradas, y decían: «¿Acaso no es este el Hijo de David?». Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: «Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el príncipe de los demonios».

Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie. Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo puede entonces mantenerse en pie su reino?

Y si yo expulso los demonios por Beelzebú, ¿por quién los expulsan los hijos de ustedes? Por tanto, ellos serán sus jueces. Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes.


Notemos cómo Jesús habló sobre el echar fuera demonios como una clara manifestación del Reino de Dios, siempre y cuando se haga en el poder del Espíritu Santo. Notemos también que ninguno de sus oyentes pudo contradecirlo en este punto, pues ellos conocían la profecía de Isaías 61:1, que dice:


El Espíritu del Señor Dios está sobre mí,

Porque me ha ungido el Señor

Para traer buenas nuevas a los afligidos.

Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón,

Para proclamar libertad a los cautivos

Y liberación a los prisioneros...


A diferencia de los líderes religiosos, quienes hacían caso omiso de las necesidades espirituales de la gente, Jesús miraba a las personas con amor y compasión. Él tenía un agudo discernimiento en la esfera espiritual, y había sido ungido específicamente para desatar yugos de aflicción, romper cadenas de ansiedad, sacar a luz a los que andaban en tinieblas, y traer libertad a los que se encontraban atrapados en prisiones de maldad. Podemos decir que al menos una tercera parte de su ministerio (quizá más) consistía en echar fuera demonios, en una confrontación abierta y sin tregua con el reino de las tinieblas.


Usted realmente necesita comprender esto para poder interpretar correctamente el concepto que se maneja en Mateo 11:12, sobre todo porque la traducción puede ser bastante confusa en la mayoría de los casos. Veamos lo que dice la versión RV1960: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Bien, esta traducción es bastante ambivalente. Será que el Reino de los Cielos está bajo ataque, o amenaza por parte del enemigo? Quizá Jesús se sintió advertido al oir que Juan había sido encarcelado... Hmm... Estimado lector, no conozco cual sea su trasfondo teológico, pero quiero asegurarle que el Reino de Dios es INVICTO, y NO TIENE RIVAL!!!


Veamos lo que dice la versión NBV: Desde que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, se ha combatido mucho contra el reino de los cielos, y los que son violentos luchan para acabar con él. Espera un momento! Me gusta mucho esta versión, pero no en este punto. El Reino de Dios no es víctima de nadie! Te propongo una última traducción por la versión en Lenguaje Actual (TLA): Desde que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino de Dios avanza a pesar de sus enemigos. Sólo la gente valiente y decidida logra formar parte de él. Bien! Esta última traducción está mucho mejor, pero no sólo porque me gusta lo que dice, sino porque es más consecuente con el sentido original del texto.


En el texto original, el verbo que se traduce como sufre violencia en el primer caso, y avanza en el tercero (biazo), significa específicamente avanzar de manera forzosa, de la raíz forzar, presionar, usar presión, o aplicar fuerza. Lo más interesante en esta palabra es que puede utilizarse como verbo reflexivo (es decir, el sujeto que ejerce la acción, es a la vez el objeto que la recibe) donde el que ejerce la fuerza y el que avanza es el propio Reino de Dios.


Para ilustrar este concepto, te invito a recordar algún momento en el que has tenido que abrirte paso a la fuerza por entre una gran multitud. En mi país de origen, el transporte público es muy escaso, así que todos hemos vivido esas inolvidables y violentas experiencias en las que, si quieres abordar el autobús, tienes que abrirte paso a la fuerza, desplazando forzosamente a los que están alrededor, para procurarte un ínfimo lugar adentro, donde quedarás más empaquetado que tamal en lata.


Bueno, no sé si llegas a imaginar lo que te digo, pero la idea es que esta es la manera como el Reino de Dios se abre paso en este mundo: avanzando forzosamente, ejerciendo presión hacia adelante para desplazar todo el sistema y la maquinaria de otro reino, el reino de las tinieblas. El Reino no avanza de forma natural, pasiva o pacífica; se abre paso con violencia. Ahora, esta no es una violencia negativa, es una violencia positiva, porque implica la confrontación con las fuerzas del mal.


Seguramente has notado que cada vez que te dispones a dar un paso de avance en el mundo espiritual, y sobre todo a servir a otros de una forma contundente y significativa, encuentras que de repente se levanta cierta oposición. Hay una resistencia natural que el sistema de este mundo ejerce contra aquellos que manifiestan el Reino de Dios. En mi ejemplo del autobús, aquel que se abre paso y logra situarse adentro, experimenta presión por todas partes. Si alguien trata de romper una ventana con el puño, o con el pie, es muy probable que termine adolorido, o inclusive herido por algún fragmento de vidrio, proveniente del impacto que él mismo causó.


Cuando usted y yo golpeamos en el mundo espiritual, es natural que podamos sentir la resistencia, el impacto que estamos causando en el reino contrario. Jesús dijo que el reino de Satanás está muy bien organizado y estructurado; así que usted no necesita ir muy lejos para encontrar oposición en el mundo espiritual. Simplemente haga algo que redunde en avance para el Reino de los Cielos, y ya la ha encontrado!


¿Le parece abrumador? ¿Siente que quiere abandonar por el efecto constante de la presión a la que está sometido? Jesús dijo que sólo los violentos arrebatan el Reino (Mateo 11:12b). De nuevo le diré que la palabra arrebatar, en su lenguaje original, significa tomar por la fuerza. Cuando un ejército avanza palmo a palmo, va liberando batallas, conquistando territorio, estableciendo presencia en cada ciudad, y aplastando lentamente la resistencia.


Si aceptamos el hecho de que estamos infiltrados en territorio enemigo, entenderemos lo que quiso decir Jesús. Cualquiera que pretenda nadar contra la corriente de este mundo, tendrá que poner mayor fuerza y mayor empeño en lograrlo, no podrá simplemente dejarse llevar. Cualquiera que quiera ver almas salvadas, gente restaurada, enfermos sanados, y demonios en fuga, necesita presionar en el Espíritu, para establecer el Reino de Dios en pleno territorio enemigo. No se puede lograr por la ley del mínimo esfuerzo! Si usted y yo sólo tratamos de evitar toda confrontación, o no estamos dispuestos a lidiar con un cierto nivel de presión, jamás podremos ver estas cosas, aún cuando siempre hablemos de ellas, porque en el Reino de Dios, los que empujan son los que avanzan!


Estimado oyente/ lector, el Reino de Dios es confrontacional para el sistema de este mundo, pero llevemos esa confrontación a la esfera espiritual, donde se libran las verdaderas batallas. Alístemonos en el ejército de Dios para hacer las obras del Reino, llevando no sólo el mensaje del Reino, como Juan el Bautista, sino también con él, el poder del Reino, como los primeros discípulos.


No hay duda de que el mundo ha entrado en una etapa de densa oscuridad, un tiempo en el que la iglesia no volverá a ser la misma. Cada uno de nosotros ha sido llamado para ser un recipiente personal de la gloria de Dios, enviados a esta generación, como precursores del gobierno sempiterno de Cristo, cuya manifestación no sólo aguardamos, sino también procuramos, estableciendo el Reino de Dios a nuestro paso.


Oro que podamos llegar por el Espíritu Santo, a recibir una mayor y más clara revelación de los misterios del Reino de Dios, para que nuestra esperanza crezca al comprender lo que dice Colosenses 3:4, Cuando aparezca Cristo, que es la vida de ustedes, también ustedes resplandecerán con él y participarán de su gloria (NBV).




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