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Levítico 11: Dieta Espiritual

Estamos ahora a las puertas de la tercera gran sección en el Libro de Levítico. Los capítulos 11 al 15 entran en la categoría que algunos estudiosos han llamado Leyes Sobre lo Puro y lo Impuro, o Leyes de la Pureza Ritual; a los efectos de este estudio, llamaremos a esta sección Las Leyes Higiénicas. Estas leyes tratan temas que pueden resultar un tanto polémicos o desagradables al oído, pero que, con la ayuda del Espíritu Santo, intentaremos descifrar.


Nuestro objetivo fundamental en tratar estos temas, no es el de describir el texto en detalle (tú puedes hacer eso por tu parte), sino más bien el de identificar aquellos principios eternos, inmutables, que fueron plasmados en la Ley de Dios, que vemos luego a lo largo de toda la Escritura, y que llegan a su punto más elevado (y de máxima revelación) durante el ministerio público de Jesús.



Acompáñame! Aunque sé que una lectura rápida de estos 5 capítulos puede fácilmente desanimar a algunos, estoy segura de que estos estudios te ayudarán a cambiar totalmente tu perspectiva sobre el tema, y abrirán tus ojos espirituales para verlos con gran interés y curiosidad de estudiante.


Para comenzar, definamos los términos más importantes de esta sección. Recuerde que lo santo en Levítico significa separado o consagrado para Jehová. El pueblo de Israel había sido llamado a la santidad; como pueblo de Dios, en medio del cual habitaba la presencia de Jehová, ellos recibieron instrucciones prácticas y bastante específicas sobre qué hacer y qué no hacer, cómo comportarse y cómo vivir en correspondencia con ese llamado (Estas instrucciones reciben el nombre de Torah).


El criterio de la pureza ritual


Puro: Se dice de las personas, animales, u objetos que se consideraban limpios y aptos para su uso en conformidad con las normas de santidad. Una vez más, no se trata de perfección, sino de alineamiento con las normas y estándares establecidos por la Ley Mosaica.


Impuro: Se refiere a aquellas personas, animales, o cosas que se encontraban en un estado temporal o permanente de contaminación con respecto a las cosas santas. Ojo, en este contexto impuro NO es sinónimo de malo o pecaminoso; pero una persona impura no podía participar activamente de la vida social y religiosa de la comunidad, hasta que esta fuera restablecida a su estado original de pureza.


El primer grupo de regulaciones higiénicas que encontramos en el capítulo 11 se refiere a los animales aceptables para comer. Resumamos brevemente el criterio de animales considerados puros e impuros. La clasificación coincide con el relato de la creación en Génesis 1:


a. De todos los animales de la tierra (...) puedes comer cualquier animal rumiante y que tenga las pezuñas totalmente partidas (v. 1-2) De acuerdo con este criterio, cualquier animal que cumpliera sólo una de estas condiciones, no era aceptable para comer. Dentro de los animales considerados impuros están: el camello, la liebre, y el cerdo. No puedes comer la carne de estos animales, ni siquiera tocar el cadáver. Son ceremonialmente impuros para ti (v. 8).


¿Recuerdas las palabras de Jesús a los fariseos y maestros de la Ley hipócritas? ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello (Mateo 23:24). Se dice que en tiempos de Jesús, algunos fariseos llevaban las normas higiénicas al extremo, llegando a filtrar sus bebidas en una tela delgada para evitar tragarse accidentalmente algún insecto. Como veremos a continuación, el mosquito era de los animales impuros más pequeños, mientras que el camello era de los de mayor tamaño que se mencionan en la Ley. Los líderes religiosos a quienes Jesús desafió, obedecían al pie de la letra los aspectos ceremoniales de la Ley, pero pasaban por alto sus principios eternos de justicia, misericordia y verdad.


Otra referencia dentro del ministerio de Cristo se encuentra en el relato de su encuentro con el endemoniado gadareno. Se nos dice que los demonios le rogaron a Jesús que les permitiera entrar en una manada de cerdos cercana, a lo que el Señor responde afirmativamente. La presencia de cerdos en el área es una pista que indica que Jesús estaba en una zona gentil, pues los judíos consideran el cerdo un animal impuro y no lo comen.


b. De todos los animales que viven en el agua (...) puedes comer cualquier animal del agua que tenga tanto aletas como escamas (v. 9). Una vez más, aquellos animales que no reúnen ambas características, eran considerados impuros. Algunos de nuestros favoritos están en esta categoría, incluyendo la langosta, los camarones, y toda clase de calamares y pulpos.


c. Estas son las aves (la traducción correcta sería animales con alas o que vuelan) que son detestables para ti y no deberás comerlas: el buitre grifón, el quebrantahuesos, el buitre de cabeza negra, el milano, los halcones de toda clase, los cuervos de toda clase, el búho real, la lechuza campestre, la gaviota, los gavilanes de toda clase, el búho pequeño, el cuervo marino, el búho grande, la lechuza común, la lechuza del desierto, el buitre egipcio, la cigüeña, las garzas de toda clase, la abubilla y el murciélago (v. 13-19). La gran mayoría de estos animales considerados impuros son carroñeros por naturaleza.


d. No debes comer insectos alados que caminan por el suelo; son detestables para ti. Sin embargo, puedes comer insectos alados que caminan por el suelo y que tengan articulaciones para poder saltar (v. 20-21) Este grupo es en realidad parte de la categoría de los animales alados o que vuelan. La mayoría de los insectos eran considerados inaceptables para comer, pero algunas acepciones son: langostas (no las del mar), grillos y saltamontes.


Un ejemplo en las Escrituras era Juan el Bautista, quien se alimentaba con langostas y miel silvestre. Estas langostas son una especie de saltamontes, y no se refiere a la langosta de mar. Aunque esta dieta puede considerarse un tanto salvaje, estaba totalmente avalada por la Ley Mosaica.


e. De los animales pequeños que corren por el suelo, estos serán impuros para ti: la rata topo, la rata, los lagartos grandes de toda clase, el geco, el varano, el lagarto común, la lagartija de arena y el camaleón. Todos estos animales pequeños son impuros para ti (v. 29-31). Esta categoría incluye animales que se arrastran o caminan lentamente, probablemente se refiere a reptiles y roedores, entre otros.


La prohibición de comer estos animales impuros, viene acompañada de ciertas normas para las personas que accidentalmente entraran en contacto con sus cadáveres: Cualquiera que toque el cadáver de dichos animales, quedará contaminado hasta el anochecer. Si alguno de estos animales muere y cae sobre algo, ese objeto será impuro; ya sea un objeto hecho de madera, de tela, de cuero o de tela áspera. Cualquiera que sea su uso, deberá sumergirse en agua, y quedará contaminado hasta el anochecer (v. 31-32). Y continúa dando instrucciones.


Mucho se ha especulado sobre el motivo de estas regulaciones alimentarias. Entendemos que Dios creó cada especie con una función específica, algunos animales son limpiadores naturales de su ecosistema, y por lo tanto se alimentan de desechos y otros cuerpos muertos. Es posible que este haya sido el motivo fundamental por el que no son considerados aceptables para comer aquí.


Vayamos al relato del diluvio en Génesis 7, el verso 2 nos da a entender que aún Noé tenía cierta noción sobre qué animales eran limpios y cuáles no: De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra (7:2). ¿De dónde obtuvo Noé este conocimiento? No lo sabemos, pero es posible que su juicio se basara principalmente en la observación de los animales en su ciclo de vida natural.


En cualquier caso, sabemos que Dios dio instrucciones al pueblo de Israel para que llevara una dieta específica que le permitiera sobrevivir, mantenerse saludable, y formar una identidad cultural distinta al resto de las naciones vecinas; no sólo eso, sino que él consideró que la alimentación era una parte importante de la santidad. El dijo: Sean santos, como yo soy Santo (v. 45); y lo dijo en el contexto de la comida!


Estimado hermano/a, es probable que a estas alturas te estés preguntando si los cristianos deberíamos abstenernos de comer camarones y carne de cerdo. Bien, te daré mi opinión, e intentaré respaldar mi punto de vista citando las Escrituras. Comencemos preguntándonos ¿Guardaron los primeros cristianos estas leyes dietéticas? La respuesta es un Sí rotundo. Ciertamente, ellos guardaron la ley lo mejor que pudieron, pues los primeros cristianos eran judíos. Sin embargo, a medida que el Evangelio se extendió por las regiones gentiles, surgieron preguntas como esta: ¿Deberían los cristianos gentiles guardar la Ley de Moisés, como lo hacen los judíos, a fin de considerarse verdaderos discípulos de Cristo?


Para dar respuesta a este tipo de inquietudes, los principales líderes y ancianos de la Iglesia primitiva se reunieron en el primer concilio en Jerusalén y tomaron una importante decisión sobre la que podemos leer en el capítulo 15 del Libro de Hechos:


Hechos 15:22-29 (NTV)

Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jerusalén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión.

(...) La carta que llevaron decía lo siguiente:

«Nosotros, los apóstoles y los ancianos, sus hermanos de Jerusalén, escribimos esta carta a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria y Cilicia. ¡Saludos!

Tenemos entendido que unos hombres de aquí los han perturbado e inquietado con su enseñanza, ¡pero nosotros no los enviamos! Así que decidimos, después de llegar a un acuerdo unánime, enviarles representantes oficiales junto con nuestros amados Bernabé y Pablo, quienes han arriesgado la vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Les enviamos a Judas y a Silas para confirmar lo que hemos decidido con relación a la pregunta de ustedes. Pues nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes una carga mayor que estos pocos requisitos: deben abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre o la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Si hacen esto, harán bien. Adiós».


Está claro que los líderes de la Iglesia primitiva no consideraron necesario que los creyentes gentiles adoptaran costumbres judías o guardaran la Ley de Moisés. Ellos pudieron incluir el capítulo 11 de Levítico, pero no lo hicieron; sólo les pidieron que se abstuvieran de comer sangre y alimentos ofrecidos a los ídolos.


Como cristianos gentiles, no estamos sujetos a la Ley de Moisés, pero ciertamente deberíamos comprender y obedecer aquellos principios eternos que encontramos en ella. No puedo decirle si es o no correcto para usted que coma un determinado alimento, sólo usted sabe esto! Pero me aseguraré de que entienda que Dios está interesado en cada aspecto de su vida, y de la mía, incluyendo lo que come! Su Palabra tiene mucho que decir sobre este tema.


En el Libro de Jueces tenemos la historia de Sansón, el caudillo israelita a quien Dios otorgó una fuerza física literalmente sobrenatural. Las Escrituras cuentan que un día Sansón fue atacado por un león en el camino; entonces el Espíritu de Jehová vino sobre él con tal fuerza que mató al león a mano limpia, y con tal facilidad, como si fuera un cabrito. Tiempo después, Sansón volvió por el mismo camino y decidió apartarse para ver qué había sido del cuerpo del león. La Biblia dice que al acercarse, notó que un enjambre de abejas había hecho miel en el interior del cadáver. Entonces Sansón tomó un poco de miel con las manos y se fue comiendo por todo el camino. No sólo comió él, sino que les dio de comer a sus padres, aunque nunca les dijo de dónde había sacado la miel.


¿Notas algo raro en esta historia? Aún tocar el cadáver de un animal inmundo estaba prohibido para Sansón, cuánto más comer de él! Además de repulsivo, Sansón era un hombre débil de carácter, indisciplinado, y entregado a sus deseos carnales. Peor que eso, no sentía el más mínimo respeto o aprecio por la unción tan especial que había recibido de Jehová! La falta de disciplina personal en la vida de este hombre, hizo que al final perdiera la unción y el favor de Jehová, quien permitió que fuera humillado y cayera en manos de sus enemigos, los filisteos.


Ya hemos establecido que la santidad se relaciona con todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestra dieta. Terminaré diciendo que una dieta deficiente es una señal clara de una falta de disciplina espiritual. Es algo difícil que Dios quiere enseñarme personalmente, pero que también puede ayudarte a ti. Si realmente amamos y valoramos la unción que Dios nos ha dado, debemos aprender a someter la carne en los aspectos aparentemente más triviales de la vida, incluyendo lo que comemos. Oremos al Señor para que él traiga revelación, libertad, y victoria en esta área.


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