Efesios 6:2-3
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;
para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.
El capítulo 19 del libro de Levítico es un compendio de varias leyes o instrucciones que podemos encontrar ampliados a lo largo de toda la Biblia. La importancia de los principios que en este pasaje se perfilan, han hecho que algunos estudiosos le hayan dado el nombre de Mini-Torah.
El capítulo comienza con un llamado a imitar la santidad de Dios:
Levítico 19:1-2
Habló Jehová a Moisés, diciendo:
Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.

Recuerda que la santidad tiene dos componentes principales: la separación y la dedicación. Me gusta decir que la santidad es el llamado de todo creyente a (1) apartarse del pecado y la contaminación del mundo, (2) para servir a Cristo y ser transformado a su imagen. El apóstol Pedro escribe en su primera carta:
1 Pedro 1:14-16
Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia, pero ahora sean santos en todo lo que hagan, tal como Dios, quien los eligió, es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo».
Sabemos que Dios demanda que seamos santos en todo lo que hacemos pero, ¿Cómo se traduce eso de manera práctica? En los últimos dos estudios del libro de Levítico, nos referimos a dos aspectos esenciales de la santidad: el abandono de la idolatría y la pureza sexual. En el estudio de hoy profundizaremos en un importante principio de honra que encontramos en la primera frase del verso 3: Cada uno temerá a su madre y a su padre...
La raíz hebrea para temor en este contexto puede entenderse como reverencia, respeto y honra. Las Escrituras son explícitas y reiterativas con respecto al tema de la honra en la familia; de hecho, el respeto a los padres es el quinto mandamiento del Decálogo (los Diez Mandamientos), y como dijo el escritor de Efesios, el único que contiene una promesa de prosperidad y larga vida, condicionada a su obediencia.
Deuteronomio 5:16
Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
No hay duda alguna de que la honra a nuestros mayores es la voluntad de Dios, independientemente de cuáles sean las circunstancias. No es la única instrucción que las Escrituras nos dan con respecto a las relaciones familiares, pero es una que nos conviene comprender y llevar a la práctica. Como hemos dicho anteriormente, la diferencia entre obediencia y desobediencia en este punto es bendición vs. maldición, pues la Escritura dice: Maldito todo el que deshonre a su padre o a su madre... (Deuteronomio 27:16).
Es muy interesante notar la seriedad con que se trataba este mandamiento en el campamento israelita. Veamos, por ejemplo, lo que dice:
Levítico 20:9 (DHH)
A cualquiera que maldiga a su padre o a su madre, se le condenará a muerte. Ha maldecido a su padre o a su madre, y será el responsable de su propia muerte.
Éxodo 2:15 (NBV)
Cualquiera que golpee a su padre o a su madre morirá.
Deuteronomio 21:18-21 (NTV)
Supongamos que un hombre tiene un hijo terco y rebelde, que no quiere obedecer ni a su padre ni a su madre, a pesar de que ellos lo disciplinan. En un caso así, el padre y la madre tendrán que llevarlo ante los ancianos mientras estén juzgando en las puertas de la ciudad.
Ambos padres les dirán a los ancianos: “Este hijo nuestro es terco y rebelde y se niega a obedecer. Es glotón y borracho”.
Entonces todos los hombres de esa ciudad lo matarán a pedradas. De ese modo limpiarás esa maldad que hay en medio de ti, y todo Israel se enterará y tendrá miedo.
Nótese en este último caso, que no se trata de un muchacho desobediente, sino de un adulto malvado o moralmente depravado, sin solución. De cualquier manera, la Ley le daba autorización a los padres para testificar en contra de sus hijos a favor de la pena máxima. No encontramos en las Escrituras ninguna ocasión en la que se haya aplicado esta ley. El propio pasaje parece haberse escrito a modo de advertencia; sin embargo, habría que tener en cuenta también la credibilidad de los padres, al igual que en todos los procesos legales donde se usaban testigos.
¿Ahora, por qué hablar de un tema tan delicado en pleno siglo XXI? En primer lugar, está en la Torah, y por lo tanto, aunque las leyes no sean las mismas, ciertamente hay principios eternos que podemos aprender de ello, principios que nunca dejarán de cumplirse (seamos o no conscientes de lo que está pasando) y que están relacionados con la autoridad, la responsabilidad, y el honor.
El primer deber de un hijo cristiano, según Colosenses 3:20 y Efesios 6:1, es la obediencia a sus padres. A los padres, por otra parte, se les recuerda inmediatamente después: Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos (para que no se desanimen), sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor (Colosenses 3:21 y Efesios 6:4). Ambas partes están sujetas a sus deberes familiares, pero siempre dentro de un contexto de obediencia primeramente a Dios. Es decir, usted como hijo no debería obedecer a sus padres en un punto en el que está infringiendo o yendo en contra de la Ley de Dios. De la misma forma como padre o madre, usted tiene la responsabilidad de educar y corregir, sin abusar de su autoridad en perjuicio de la salud física, emocional o mental de su hijo.
Como sabe, la obediencia de los primeros años da paso a la honra durante los años adultos. Mucho después de que hayamos dejado el primer hogar, hay un respeto y consideración especial que deberíamos sentir por nuestros padres y abuelos. También hay una responsabilidad ineludible que tenemos como hijos de velar por su bienestar y seguridad durante los años adultos.
No es posible que un hijo cristiano considere el abandonar a sus padres, o el darles la espalda en sus últimos años, pues la Escritura dice: Escucha a tu padre, que te dio la vida, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana (Proverbios 23:22). El Señor maldice a los hijos que adoptan una actitud de desprecio hacia sus padres ancianos (Proverbios 30:17). La Biblia también habla del manejo de los bienes materiales y dice: El que roba a su padre y a su madre, y dice: «¿Qué tiene de malo?», es igual que un asesino (Proverbios 28:24) que trae vergüenza y desgracia (Proverbios 19:26). Es interesante que una gran parte de los jóvenes que tienen inclinaciones criminales, y también aquellos que están atados a las drogas, comienzan robando dentro de la propia familia.
El sabio rey Salomón dijo: Un hijo sabio trae alegría a su padre; un hijo necio trae dolor a su madre (Proverbios 10:1). Ahora, es posible que usted esté orgulloso de su desempeño como hijo y pueda decir que tuvo una familia bastante afortunada; sin embargo, sería muy insensible si no reconociera que no todos tienen esa ventaja. La Biblia es clara con respecto a las características de estos tiempos en los que cada vez un mayor número de familias están siendo destruidas por espíritus de orgullo, adicciones, e inmoralidad sexual. Ya sea que usted haya caído víctima del engaño, o que alguien de su familia se encuentre en esa posición, las consecuencias pueden ser devastadoras.
Así es como usted puede estar pensando que uno de sus padres, o ambos, pueden haber fallado en su misión dentro de la familia, y especialmente con relación a usted. En ese caso siempre habrán heridas emocionales o físicas que lo lleven a pensar, ¿Será que todavía estoy obligado/a a honrar y respetar a esta persona que nos ha hecho más daño que bien?
Sinceramente pienso que este es uno de los propósitos más importantes de este estudio. Me gustaría que usted entendiera que, cualquiera que sea su situación, los eternos, inmutables principios de la Palabra de Dios se aplican a usted ahora mismo. ¿Significa esto que deberíamos permanecer en el seno de una familia donde hay violencia y abuso? Claro que no!
Las Escrituras hablan de la responsabilidad individual de esta manera: Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado. (Deuteronomio 24:16). Quiero que sepa que usted no es responsable por los errores de sus padres, aunque esos errores le hayan traído dolor y sufrimiento. Es el deseo y la voluntad de Dios que usted y yo seamos liberados, restaurados, y que podamos cambiar el destino de nuestra propia familia, estableciendo un precedente de obediencia y temor de Jehová! También existe un límite en su responsabilidad como padre, más allá del cual usted no puede decidir por sus hijos lo que ellos van a sembrar en sus propias familias.
De cualquier manera, y siempre que le sea posible, usted debe obedecer el mandamiento de honrar a sus padres lo mejor que pueda. Conozco el caso de personas que, por motivos ajenos a su voluntad, jamás han tenido una relación con su padre biológico. No solamente es doloroso, pero también deja una huella en la vida de los hijos, el no haber disfrutado de esa relación. Si ese es su caso, y su padre biológico ya murió, es importante para su salud espiritual y emocional, que usted no sólo le perdone por no haber jugado su papel de padre, sino también que usted reconozca su parte de responsabilidad y pida perdón al Señor a fin de ser sanado. Si usted aún tiene la oportunidad de hacer algo al respecto, no dude que al dar un paso en el sentido de la reconciliación y la honra, usted mismo será bendecido y restaurado emocional y espiritualmente.
Existe una historia en las Escrituras que es muy demostrativa, y es la historia de la maldición de Noé a su hijo Cam en Génesis 9.
Génesis 9:20-27 (NTV)
Después del diluvio, Noé comenzó a cultivar la tierra y plantó un viñedo. Cierto día, bebió del vino que había hecho y se emborrachó, y estaba recostado y desnudo dentro de su carpa.
Cam, el padre de Canaán, vio que su padre estaba desnudo y salió a contárselo a sus hermanos. Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, se lo pusieron sobre los hombros y entraron de espaldas a la carpa para cubrir a su padre. Mientras lo hacían, miraban para otro lado a fin de no ver a su padre desnudo.
Cuando Noé despertó de su estupor, se enteró de lo que había hecho Cam, su hijo menor. Entonces maldijo a Canaán, el hijo de Cam:
«¡Maldito sea Canaán! ¡Que sea el más inferior de los siervos para con sus familiares!».
Entonces dijo Noé:
«¡Bendito sea el Señor, Dios de Sem, y sea Canaán su siervo! ¡Que Dios extienda el territorio de Jafet! Que Jafet comparta la prosperidad de Sem, y sea Canaán su siervo».
Mucho se ha especulado sobre esta historia, y sobre cuál haya sido en realidad el pecado de Cam. Si nos limitamos a lo que dice el texto bíblico, es bastante claro que es un asunto de honra, o mejor dicho, de deshonra. ¿Podemos culpar a Cam por entrar en la tienda de Noé y tener que presenciar el penoso estado en que se encontraba su padre? Ciertamente, él no pudo evitar verlo!
Muchas veces, como hijos, vamos a descubrir los errores y debilidades de nuestros padres, tal como Cam lo hizo. Fue Noé quien se pasó de copas, y fue él quien, a pesar de haber sido un hombre de Dios durante la mayor parte de su vida, cayó en vergüenza a los ojos de su familia. ¿Cuál, entonces, fue el error de Cam, y por qué su actitud no fue recompensada como la de sus hermanos? Según leemos en el verso 22, Cam no pensó en una manera de honrar a Noé y evitar que fuese desmoralizado al primer error; él expuso voluntariamente la vergüenza de su padre y probablemente se burló delante de sus hermanos. Sem y Jafet, en cambio, decidieron honrar a Noé, cubriéndolo y tratándolo con respeto, a pesar de su error.
Vea como hay una maldición que viene sobre el hijo malvado en el verso 25. Esta maldición, sin embargo, recae sobre Canaán, hijo de Cam, y no directamente sobre Cam. ¿Por qué? Si regresamos al capítulo 9 de Génesis, verso 1, vamos a notar que ya Dios había bendecido a Noé y a sus tres hijos, incluyendo a Cam. Es posible que Noé no se atreviera a maldecir directamente a su hijo después de eso, aunque también puede entenderse que Canaán haya sido el único hijo de Cam mencionado por Moisés en su relato del Génesis, debido a que los cananeos eran en ese momento los enemigos acérrimos del pueblo de Israel.
Es importante captar el mensaje que la Escritura nos está dando a través de esta historia, y es que, aún mucho antes del tiempo de la Ley, el principio de la honra de Levítico 19 ya estaba en efecto en Génesis 9. Al igual que Sem y Jafet, siempre que usted adopte una posición de honra, aún en medio de una situación deshonrosa, usted será bendecido! Recuerde lo que dice el Proverbio 17:6, Corona de los viejos son los nietos, Y la honra de los hijos, sus padres.
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