Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Hechos 4:29-30
Qué imagen viene a tu mente cuando escuchas la palabra 'poder'? Probablemente piensas en el poder ejercido por un líder político o religioso, en el poder económico de las grandes empresas trasnacionales, o en la habilidad sobrenatural que algunos tienen para sanar y liberar a otros. Cualquiera que sea el caso, vemos el poder como algo bueno y deseable, pero bastante difícil de expresar con palabras.
En el contexto de la segunda carta del apóstol Pablo a Timoteo el poder implica la capacidad sobrenatural impartida por el Espíritu Santo al creyente para llevar a cabo la obra de Dios en medio de circunstancias adversas (Véase Tienes Miedo? para comprender mejor el contexto histórico del libro.) Repasemos las palabras del versículo: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).
Quizá este concepto de poder desafía bastante el sentido común. Siempre pensamos que donde hay poder debe haber milagros, y que el poder del Espíritu Santo nos permite ser sanados, liberados, y obtener todo lo que pedimos en oración; y es cierto! pero debemos entender que el poder de Dios se manifiesta de muchas maneras diferentes. Pensemos por ejemplo que el mismo poder otorgado a Timoteo para perseverar en la predicación del Evangelio en una época de constantes persecusiones y muerte, también se manifestó a favor de Pablo, quien se encontraba preso por la causa de Cristo y próximo a ser ejecutado, a fin de que pudiera mantenerse firme en la esperanza de la vida eterna.
El término griego para 'poder' aquí es dunamis, de donde obtenemos las palabras 'dinamo', 'dinamita' y muchas otras que ya te estarás imaginando. En este sentido el poder del Espíritu Santo es dinámico y explosivo. Esto explica cómo es que doce hombres comunes y aparentemente sin grandes talentos naturales, lograron revolucionar todo el mundo conocido en tan corto tiempo y establecer un precedente para las siguientes generaciones de cristianos hasta hoy.
El Evangelio literalmente explotó el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo cayó sobre un grupo de discípulos débiles y atemorizados, encendiéndolos como a una carretilla de dinamita espiritual. El mismo Pedro, que sólo unas pocas semanas antes había negado repetidamente a Jesús por miedo a ser apresado con él, ahora desafiaba abiertamente a las autoridades religiosas en un discurso lleno de fervor y poder de Dios, de modo que tres mil personas fueron bautizadas en un solo día.
Desde ese momento, y a pesar de la persecusión que se desató contra los discípulos, el Señor comenzó a respaldar el mensaje del Evangelio con numerosas señales y prodigios, algunos de los cuales superaron en apariencia a los realizados por el mismo Jesús durante su ministerio terrenal. Aún más importante, la naciente Iglesia impactó al mundo antiguo con la firmeza de sus convicciones y la pureza de su testimonio. Las personas venían por sí mismas, y estaban dispuestas a arriesgarlo todo, para ser parte de este cada vez mayor grupo de gente radicalmente distinta.
Qué tenían ellos? Su apariencia no cambió; por fuera eran gente común y corriente, algunos con muy poco o ningún estudio, pescadores del vulgo; pero ahora estaban llenos del Espíritu Santo como de una especie de combustible sagrado. Su mérito era que estaban unidos en un mismo sentir, en una sola fe, y en una misma esperanza. Su motivación también era la correcta: "Señor, queremos hablar tu Palabra con valor a pesar de las amenazas y de la persecusión. Nosotros estamos haciendo la obra que nos encomendaste. Respáldanos, y respalda el mensaje que predicamos!" y una vez más fueron llenos del poder de Dios, y volvieron a explotar!
Me pregunto qué pasaría con la Iglesia de este tiempo si volviera a tener una actitud y motivación correctas... Explosión!
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